01 -
En un tazón grande, mezcla la harina de pan, el agua tibia, el descarte de masa madre y la sal hasta que esté bien integrado. La mezcla quedará algo líquida, como una masa pastosa. Cubre y deja reposar por 15 minutos.
02 -
Con las manos humedecidas, haz una serie de estiramientos y doblados: toma un borde de la masa, levanta y dóblala sobre sí misma. Gira el bol 90 grados y repite hasta 16 veces. Cubre y deja en reposo 15 minutos. Realiza este proceso completo 5 veces más (para un total de 6 veces), dejando reposar 15 minutos entre cada serie.
03 -
Vierte 2 cucharadas de aceite de oliva en un bol limpio. Transfiere la masa al bol, cúbrela con el aceite y tapa. Deja que suba a temperatura ambiente hasta que doble su tamaño, alrededor de 4 horas a 24°C.
04 -
Forra un molde con papel para hornear y 2 cucharadas de aceite de oliva. Pasa la masa al molde y extiéndela con cuidado hacia los bordes. Si la masa ofrece resistencia, déjala reposar por 10 minutos y vuelve a intentarlo.
05 -
Cubre la masa y deja que suba hasta que se vea esponjosa, alrededor de 2 horas. Si buscas un sabor más ácido, ponla en el refrigerador durante la noche, luego permite que alcance la temperatura ambiente y suba entre 2 y 4 horas antes de hornear.
06 -
Precalienta el horno a 190°C. Marca profundidades en la masa con los dedos aceitados, rocía las 2 cucharadas de aceite restantes y espolvorea con sal y hierbas. Hornea durante 25-30 minutos hasta que se dore. Deja enfriar por 10 minutos antes de cortar.